Un día de vida Analógica IV

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Venecia con la maleta

Soy consciente de que volví a mi habitación y me metí bajo las mantas, pero debí desconectarme hasta que escuché de nuevo las campanas y empezaba a clarear a través de mi ventana. En esta ocasión debería ceder al yugo digital ya que encender el móvil era la única forma que disponía para conocer la hora.

Empaquetar las cosas es difícil, sobre todo si no es fácil recuperar las cosas que se han olvidado, por suerte espacio era algo de lo que disponía, así que podía no optimizarse el proceso. Una primera idea era dejar la maleta en la recepción del hotel y volver a recogerla, dudé hasta el mismo momento de dejar la llave, pero dejar cosas atrás te obliga a tener que planificar el tiempo para volver allí y recogerlas, ya era suficientemente malo tener que activar el reloj para no perder el vuelo, así que no era plan de condenarme a hacer un camino concreto sólo por no llevar un bulto conmigo. Hay que aclarar que ya crucé una vez Venecia desde la estación de tren hasta San Marcos con una maleta que pesaba mas de 20kg, una mochila con un portatil y más cosas, un bolso completamente lleno, un chaqueton de piel que llevaba en la mano porque hacía calor y perdiendome unas cuantas veces, sólo por el gusto de llegar hasta el aeropuerto en barco.

Crucé el cuarto de los grandes puentes (el que queda en frente de la estación de tren) y emprendí mi callejeo habítual. Tenía ganas de encontrar la iglesia donde está la exposición de las máquinas de Leonardo, en la misma plaza donde sale Indiana Jones en la última cruzada, cerca del puente donde hay un pie en cada una de las esquinas, como se ve sabía bien donde quería ir, y también que esperaba tomarme un spritz en uno de los bares de plaza. El caso es que allí nunca había ido, simplemente había llegado, así que lo mejor para esos momentos es andar y no preocuparse demasiado de hacia donde.

La última vez que hicé eso iba provista de dos móviles y una palm, y me paraba cada cierto tiempo a ver si algún incauto había dejado la wifi sin contraseña para poder mirar el correo. Esta vez, con el móvil que sólo es móvil y reloj me sentía más rara que el día antes que había dejado el móvil en el hotel.

Este deambular me llevó al patio de Boca Dorada

Credits: noema

que me confirmó algo que tenía en mente y es un nuevo viaje en primavera, aunque aun no he decidido el año ya que quiero guardar el recuerdo de los colores con Diana o Sprocket o el nuevo capricho que tenga.

Y sin saber como, quizás por la búsqueda de góndolas que había hecho el día antes, y continuaba este, a un taller de éstas

Credits: noema

Finalmete aterricé en la plaza buscada, con la decepción de que el sitio planeado estaba cerrado pero cerca pude aposentarme en otro ya que debía comer algo antes de ir al aeropuerto.

Camino a Madrid

Tenía tiempo de sobra pero una vez que hube salido del bar noté que empezaba a caer agua nieve y el cansancio se hacía notar. Aunque uno esté condenado al reloj por tener que estar a una determinada hora en algún lugar es fácil olvidarse de el dando un margen amplio a lo que se quiera hacer, así que me dirigí al autobus que me llevaría primero al aeropuerto, allí de nuevo el vuelo volvía a no ser directo y en el cambio (esta vez mucho más tranquilo que la vez anterior) me volví a encontrar a la misma pareja que hacían sus planes de boda en los asientos de al lado.

Un viaje sin problemas que me dejo justo a tiempo de coger el bus que me llevaría al centro.

Yo me bajo en Atocha…

Credits: noema

written by noema on 2011-03-15

3 Comments

  1. polinices
    polinices ·

    Muy buen relato del viaje! Me ha encantado!

  2. valennano
    valennano ·

    muy bueno, genial!!!

  3. noema
    noema ·

    gracias!!!, me alegro que os haya gustado, ahora sólo faltan más escapadas para poder contarlas y lomografiarlas :-)